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En el Día Mundial de la Alimentación, el Santo Padre renovó su llamado global a la acción y la solidaridad ante el drama del hambre. En el Perú, más del 50% de la población enfrenta inseguridad alimentaria, reflejo de una crisis que interpela a toda la sociedad.

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación y del 80º aniversario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Papa León XIV visitó este jueves la sede central del organismo en Roma, donde recordó a los participantes que la lucha contra el hambre es “una responsabilidad compartida” que interpela a gobiernos, instituciones, empresas y ciudadanos. “Quien padece hambre no es un extraño. Es mi hermano y he de ayudarlo sin dilación alguna”, afirmó ante representantes diplomáticos y autoridades internacionales.

“El corazón del Papa, que no se pertenece a sí mismo sino a la Iglesia y, en cierto modo, a toda la humanidad, mantiene viva la confianza de que, si se derrota el hambre, la paz será el terreno fértil del que nazca el bien común de todas las naciones”, expresó el Pontífice, subrayando que el hambre no solo es un problema económico, sino una herida moral que exige compromiso y solidaridad.

LEE EL DISCURSO COMPLETO DEL PAPA LEÓN XIV EN LA FAO 

Una llamada ante una crisis alimentaria

Durante su discurso, León XIV advirtió que, a pesar de los avances científicos y tecnológicos, más de 673 millones de personas en el mundo aún se acuestan sin comer cada noche, y 2.300 millones no tienen acceso a una alimentación adecuada. “No son cifras, son vidas truncadas”, denunció, calificando esta realidad como “un fracaso colectivo, un extravío ético y una culpa histórica”.

El Papa también expresó su preocupación por los millones de niños afectados por la malnutrición, recordando que “no se trata de un hecho casual, sino del reflejo de una economía sin alma y de un modelo de desarrollo injusto e insostenible”. Reafirmó que alcanzar el objetivo de “Hambre Cero” —planteado en la Agenda 2030— solo será posible si existe una “voluntad real y sostenida” y no simples declaraciones de intención.

El desafío del hambre en el Perú

Las palabras del Santo Padre resuenan con fuerza en el Perú, donde el hambre y la inseguridad alimentaria se han convertido en una urgencia nacional. Según el Programa Mundial de Alimentos (WFP), más del 51.7% de los peruanos enfrenta dificultades para acceder a una alimentación adecuada, una cifra que ha aumentado significativamente debido a la crisis económica, el alza de precios y los efectos del cambio climático sobre la producción agrícola.

Las comunidades rurales y periurbanas son las más afectadas. En regiones como Puno, Huancavelica y Loreto, la pobreza extrema supera el 30%, limitando el acceso a alimentos frescos y nutritivos. Esta situación agrava los índices de desnutrición infantil y anemia, afectando directamente el desarrollo físico y cognitivo de miles de niños peruanos.

“El hambre no es solo la falta de alimentos, sino la falta de acceso a una alimentación nutritiva y adecuada. Nuestro objetivo es reducir estas cifras a través de programas sostenibles de alimentación y desarrollo comunitario”, explicó el WFP Perú.

El hambre como arma y la urgencia de actuar

En uno de los pasajes más contundentes de su discurso, León XIV denunció el uso del hambre como instrumento de guerra, calificándolo como “un crimen de guerra”. “El silencio de quienes mueren de hambre grita en la conciencia de todos”, dijo, recordando que el derecho internacional humanitario prohíbe atacar bienes esenciales para la supervivencia de la población.

“No podemos seguir así, ya que el hambre no es el destino del hombre, sino su perdición. ¡Fortalezcamos, pues, nuestro entusiasmo para remediar este escándalo!”, exhortó.

El Pontífice también criticó las paradojas del sistema económico global: “¿Cómo explicar las desigualdades que permiten a unos pocos tenerlo todo y a muchos no tener nada?”. Insistió en que los líderes políticos deben actuar con una visión ética, centrada en la persona humana, y no en el lucro: “Los eslóganes no sacan de la miseria. Urge garantizar la seguridad alimentaria, el acceso a los recursos y el desarrollo rural sostenible”.

Un llamado a la cooperación y la esperanza

León XIV elogió el lema del Día Mundial de la Alimentación 2025 —“Mano a mano por unos alimentos y un futuro mejores”— como una invitación a trabajar juntos en favor de la justicia alimentaria. Destacó especialmente el papel de la mujer como “arquitecta silenciosa de la supervivencia y custodia metódica de la creación”. Asimismo, defendió el multilateralismo y el diálogo como vías esenciales para erradicar el hambre, advirtiendo contra “las tentaciones autocráticas y los intereses que imponen decisiones desde fuera de la realidad de los más pobres”.

En la parte final de su discurso, el Papa extendió su mirada hacia las crisis humanitarias en Ucrania, Gaza, Haití y otras regiones golpeadas por la guerra y la pobreza. “Por nuestra omisión, nos convertimos en cómplices de la injusticia. No podemos esperar un mundo mejor si no estamos dispuestos a compartir lo que hemos recibido”, afirmó.

Concluyó citando el Evangelio: “Denles ustedes de comer” (Mc 6,37), recordando que el compromiso con el hambre no es una opción, sino un mandato evangélico.

Los retos que tenemos ante nosotros son inmensos, pero también lo son nuestro potencial y las posibles líneas de acción. El hambre tiene muchos nombres y pesa sobre toda la familia humana.

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