La decisión histórica del tribunal reconoce derechos fundamentales al río Marañón, un hito en la lucha por la justicia ambiental y los derechos de las comunidades indígenas, gracias al respaldo decidido del Vicariato Apostólico de Iquitos y diversas organizaciones de la sociedad civil.
El 30 de octubre de 2024, un tribunal de apelación peruano ratificó una histórica sentencia que otorga derechos al río Marañón, un afluente vital de la cuenca del Amazonas. Esta decisión, considerada un hito en la protección ambiental del país, fue el resultado de una demanda presentada por un grupo de mujeres indígenas Kukama, que contó con el apoyo del Vicariato Apostólico de Iquitos y otras organizaciones que defienden los derechos humanos y ambientales.
“Es una sentencia a favor de la vida”, resaltó Mons. Miguel Ángel Cadenas, Obispo de Iquitos, al enterarse de que la Sala Civil de la Corte de Loreto confirmara la sentencia emitida por el Juzgado Mixto de Nauta en marzo de este año, que otorga derechos al río Marañón y sus afluentes. Según el Instituto de Defensa Legal (IDL), se trata de un fallo histórico en la defensa de la naturaleza y su conexión con comunidades indígenas, ya que por primera vez en el Perú se reconoce a un río como titular de derecho, tomando en cuenta la cosmovisión del pueblo kukama kukamiria.
Un proceso judicial impulsado por la comunidad
La lucha por los derechos del Marañón comenzó en octubre de 2021, cuando un grupo de mujeres Kukama, motivadas por la grave contaminación del río que amenaza su acceso al agua potable, decidió presentar una demanda. Las mujeres reclamaron derechos fundamentales para el río, incluyendo el derecho a fluir libremente, a no ser contaminado y a preservar sus funciones ecosistémicas. También exigieron que la petrolera estatal Petroperú actualizara su plan de gestión ambiental y realizara el mantenimiento de un oleoducto que ha sido fuente de múltiples derrames a lo largo del Marañón y otros ríos de la cuenca.
Mari Luz Canaquiri, presidenta de la Federación de Mujeres Kukama Huaynakana Kamatahuara Kama, expresó en ese momento: “Para nosotras, el río Marañón es un ser vivo. Si una empresa puede ser considerada una persona jurídica, ¿por qué no un río?”. Esta declaración subraya la conexión profunda que las comunidades indígenas tienen con la naturaleza y su derecho a defenderla.
Apoyo de la Iglesia y Organizaciones de Derechos Humanos
El Vicariato Apostólico de Iquitos ha jugado un papel crucial en este proceso. A lo largo de los años, su equipo ha estado al lado de las mujeres Kukama, brindando apoyo logístico y legal en su lucha por la justicia ambiental.
Canaquiri recordó el aliento que las mujeres Kukama habían recibido del equipo de la Parroquia de Santa Rita, en el río Marañón, donde el Monseñor Cadenas trabajaba antes de ser obispo, junto con el agustino P. Manolo Berjón y las hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús.
La organización ha trabajado en conjunto con el Instituto de Defensa Legal y organizaciones nacionales e internacionales de defensa del medio ambiente y de los derechos de los indígenas.
Una Sentencia con Impacto Global
La sentencia de primera instancia, dictada en marzo de 2024, ordenó a Petroperú mantener el oleoducto, crear un comité de gestión de la cuenca y reconocer a las organizaciones indígenas como defensoras y guardianas del río, junto con los organismos gubernamentales responsables. Esta inclusión refuerza el papel protagónico de las comunidades locales en la protección de su entorno.
A pesar del éxito judicial, las mujeres Kukama y sus aliados son conscientes de que la lucha no ha terminado. “Queda por delante una lucha aún mayor para garantizar que se cumpla la sentencia del tribunal”, comentó Canaquiri.
El desafío persiste, ya que la implementación de la sentencia requerirá vigilancia constante y el compromiso de las autoridades. Las comunidades, junto con el Vicariato, están preparadas para seguir adelante, buscando alianzas y visibilizando su causa.
Un Llamado a la Acción Colectiva
Finalmente, Canaquiri lanzó un poderoso mensaje: “La naturaleza, todo lo que Dios nos dejó, es nuestra casa común. Es responsabilidad de cada uno de nosotros protegerla y defenderla. Estamos a tiempo de hacer un trabajo en conjunto que asegure un futuro sostenible para las próximas generaciones”.
El respaldo del Vicariato Apostólico de Iquitos ha sido un factor decisivo en este proceso, demostrando que la fe, la justicia y la defensa del medio ambiente pueden ir de la mano.