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El domingo 29 de diciembre de 2024 se realizó la apertura del Año Jubilar 2025 en la Diócesis de Chiclayo, un evento de gran importancia en la Iglesia Universal. La ceremonia, presidida por Mons. Edinson Edgardo Farfán Córdova, O.S.A., concitó expectativa general con la participación de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos del Santo Pueblo de Dios de la Diócesis de Chiclayo.

La ceremonia empezó en la Parroquia “San Antonio de Padua”, donde el Obispo de Chiclayo presentó el Plan Pastoral diocesano 2025-2027, mientras que el P. José Antonio Jacinto Fiestas, Delegado Episcopal del Camino Sinodal en la Diócesis y Coordinador General de la Comisión Permanente (COMPER), ofreció un resumen de las acciones sinodales previas a la presentación de este Plan Pastoral. Asimismo, se leyeron partes importantes de la Bula del Papa Francisco.

Luego se llevó a cabo una procesión hacia la Iglesia “Santa María”, por la Calle Izaga y Balta, hasta llegar a la Catedral de Chiclayo, emulando el gesto de la apertura de la Puerta Santa.

El Año Jubilar, convocado por el Papa Francisco, fue inaugurado el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. En comunión con el Santo Padre y la Iglesia Universal, la Diócesis de Chiclayo celebra con esperanza este gran Jubileo, un tiempo especial de reflexión, renovación espiritual y acercamiento a Dios.

Durante su homilía, el Obispo destacó varios aspectos claves para vivir este Jubileo con profundidad y compromiso. En primer lugar, subrayó el ejemplo de Samuel, un niño que, tras ser concedido por Dios a sus padres Ana y Elcaná, creció con la misión divina de servir a su pueblo, recordando que cada familia tiene un propósito especial dado por Dios. Asimismo, invitó a los fieles a reflexionar sobre el camino espiritual que cada cristiano debe recorrer, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien creció en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres.

El Obispo también hizo referencia al Sínodo de la Sinodalidad, resaltando la importancia de la unidad en la Iglesia y la necesidad de caminar juntos hacia la misión evangelizadora. En este sentido, recordó la relevancia del Concilio de Nicea, que en el año 325 unificó la fe cristiana en torno al Credo y que sigue siendo un modelo de unidad para toda la Iglesia.

Finalmente, recordó el regalo de la indulgencia, manifestación concreta de la misericordia de Dios, que permite a los fieles liberarse de los efectos del pecado y experimentar la sanación y la alegría del perdón. Con este Año Jubilar, invitó a todos a crecer espiritualmente y a ser testigos de la misericordia de Dios, especialmente en el seno de la familia, en la que debemos aprender a ser hombres y mujeres de oración, capaces de escuchar y acoger a todos.

La celebración concluyó con un llamado a la unidad y a la esperanza, renovando el compromiso de caminar juntos como Iglesia en este tiempo de gracia.

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