Con una Plaza Mayor colmada de fieles, color, música y profunda espiritualidad, Cusco celebró ayer la Solemne Misa del Corpus Christi 2025, una de las festividades religiosas y culturales más significativas del calendario cusqueño y nacional. La celebración eucarística tuvo lugar en el atrio de la Basílica Catedral del Cusco y fue presidida por Su Excelencia Monseñor Richard Daniel Alarcón Urrutia, Arzobispo Metropolitano del Cusco, junto a varios obispos del sur andino y del país.
Concelebraron la Eucaristía el Excmo. Mons. Lizardo Estrada Herrera OSA, Obispo Auxiliar del Cusco y Secretario General del CELAM; el Excmo. Mons. Salvador Piñeiro García Calderón, Arzobispo de Ayacucho; el Excmo. Mons. Gilberto Gómez González, Obispo de Abancay; el Excmo. Mons. Wilder Vázquez Saldaña OSA, Obispo Prelado de Chuquibambilla; y Mons. Ciro Quispe López, Obispo de Juli. La celebración contó también con la presencia de sacerdotes, religiosas, hermandades, instituciones educativas, autoridades locales y cientos de fieles que llegaron desde diversos rincones del Cusco para vivir esta fiesta con fervor y tradición.


Durante su homilía, Monseñor Richard Alarcón destacó que el Corpus Christi es una de las expresiones más profundas de la fe del pueblo cusqueño, que año tras año se congrega para caminar al encuentro de Cristo vivo en la Eucaristía. “Esta celebración es un tesoro espiritual y cultural heredado de nuestros mayores. Es una muestra de que el Cusco no ha perdido el alma, porque sigue creyendo, celebrando y caminando con Jesús”, afirmó. Invitó a los fieles a ser sembradores de esperanza, especialmente en un mundo herido por la división y el sufrimiento, y pidió oraciones por el Papa León XIV y por el eterno descanso del Papa Francisco.
Al concluir la Misa, el Santísimo Sacramento fue llevado en procesión alrededor de la Plaza Mayor, acompañado por cantos, oraciones y una multitud que adoró con profunda devoción la presencia real de Jesús en la hostia consagrada. Como es tradición, tras la bendición eucarística, se inició el esperado recorrido de las sagradas imágenes de los santos y vírgenes patronos de las diferentes parroquias del Cusco, que salieron en andas ricamente adornadas, entre danzas típicas, bandas de música y el fervor popular que convierte esta fiesta en una de las más singulares del continente.


Las imágenes permanecerán en la Catedral hasta la celebración de la Octava del Corpus Christi, manteniendo vivo el espíritu de unidad, fe y cultura que esta ancestral celebración representa para la ciudad del Cusco y para toda la Iglesia.

