La tercera jornada del Encuentro de la Red Eclesial Justicia y Paz en la Patria Grande inició este jueves 18 de septiembre con un momento de oración, en el que se impuso a los asistentes un peto como signo de cercanía con Palestina, por quien ofrecían esta celebración.
Los petos, confeccionados a mano por mujeres de la red eclesial «Remar contra corriente», quisieron significar la resistencia, pero también la esperanza, de un pueblo que lucha por su dignidad. Cada prenda se convirtió en una ofrenda solidaria ante el altar.
Con esta acción, los participantes se unieron al dolor del pueblo palestino y clamaron por su derecho a un Estado libre y soberano. Al mismo tiempo, fue ocasión para reflexionar sobre el fortalecimiento solidario y la cooperación de las redes de justicia y paz en el mundo entero.

La fuerza del gesto y el llamado a la conversión
El sacerdote guiado por las lecturas del Evangelio, donde Jesús acoge el gesto de una mujer considerada pecadora, motivó a los asistentes a dejarse interpelar por la figura de la mujer sin nombre como ejemplo de un corazón capaz de renovarse. “El ser humano se ha acostumbrado desde un inicio a vivir en juicio y condena, pero el Señor nos propone el camino del cambio interior”, mencionó.
Asimismo, hizo ver que la fe no puede vivirse como un ritual, sino debe convertirse en una experiencia vida donde el centro sea Jesús. “Nos quedamos muchas veces como los fariseos, cuidando solo lo externo, pero olvidando el corazón de la fe, que es reconocer a Jesús en gestos concretos de amor y entrega”, añadió.

Palestina en el corazón de la oración
Continuando con su reflexión y aterrizándola a la realidad actual, el sacerdote comparó la exclusión que sufría aquella mujer con el padecimiento del pueblo palestino. “Así como muchos pensaban que esa mujer no merecía estar ahí, hoy también hay quienes creen que Palestina no merece existir, y por eso la destruyen”, enfatizó.
Del mismo modo, observó que Jesús invita a no ser indiferente ante las injusticias y exhorta a tener una mirada compasiva con los marginados y oprimidos. “Jesús nos hace solidarios hoy, nos hace ver en cada palestino a un hermano y a una hermana”, aseveró.

Signos de esperanza y compromiso por la paz
Concluida la reflexión, se pasó al momento del ofertorio donde se presentaron signos cargados de un íntimo significado: un frasco de perfume que evocó el gesto de la mujer del evangelio, una rama de olivo como emblema de paz, y un pañuelo palestino en memoria de la resistencia y dignidad de un pueblo herido.
Unido a ello, los participantes ofrecieron una vela encendida y un mapa con el nombre de Palestina y de otros pueblos en conflicto los cuales fueron colocados en el altar, observando que la oración se convierte en luz de esperanza y en compromiso de solidaridad por la justicia y la paz.