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Jr. Estados Unidos 838. Jesús María.
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  • Comentario de la Semana [08 de junio – 12 de junio]

Dijo Jesús: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre» (Jn 6,51). En efecto, la Eucaristía es la expresión de amor, jamás imaginada por el hombre. Es la presencia de Cristo, real y verdaderamente en el pan y el vino consagrados, para acompañar nuestro peregrinaje en este mundo.

La Eucaristía es un misterio de fe y un “misterio de luz”. La fe es el arco que permite disparar la flecha de la esperanza para alcanzar el amor, el amor que devuelve al mundo su belleza original en la persona del Resucitado. La fe -decía Khalil Gibran- es un conocimiento dentro del corazón, más allá del alcance de la prueba. La Eucaristía es el canto de amor más sonoro al corazón humano.

En medio de la lucha que enfrentamos contra esta pandemia, bajo el peso del dolor y de la muerte, ahondemos en el poder de la oración sin dejar de ayudarnos con la ciencia, como decía San Agustín: “Ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”. Confianza en Dios y esfuerzo humano, es el binomio esencial para la victoria sobre el mal.

La Eucaristía nos recuerda que somos ciudadanos de la eternidad; pero nuestra presencia en este tiempo y este espacio nos exige construir un mundo con esmero y con belleza, porque decía Dostoyevski: “Quiero vivir para la inmortalidad, no estoy dispuesto a aceptar un compromiso a medias”.

La Eucaristía es adoración a Dios que es el Amor, y es amor al hombre, amado y querido por el Hijo de Dios, que se une a su amor en la Eucaristía.

R. P. Guillermo Inca Pereda,
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana

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