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En su encuentro con todos los empleados de la Curia Romana, el Santo Padre evocó su paso por el norte peruano y reafirmó su compromiso con una Iglesia misionera y unida.

“Una ocasión para dar las gracias”, así describió el Papa León XIV su encuentro con los cinco mil empleados de la Curia Romana, de la Gobernación y del Vicariato de Roma, a quienes recibió en audiencia en el Aula Pablo VI en el Vaticano. Durante su intervención, recordó con especial afecto su experiencia misionera en el Perú, país al que llegó como agustino y donde sirvió como Obispo de Chiclayo durante ocho años. “No podré agradecer suficientemente al Señor por este don”, expresó.

“Llegué al Vaticano hace sólo dos años, cuando mi querido Papa Francisco me nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Entonces dejé la Diócesis de Chiclayo, Perú, y vine a trabajar aquí. ¡Qué cambio!”, comentó con sencillez y emoción.

La importancia de la memoria

Luego, dirigiéndose a los presentes, explicó que trabajar en la Curia significa “contribuir a mantener viva la memoria de la Sede Apostólica, en el sentido vital que acabo de mencionar, para que el ministerio del Papa pueda desarrollarse de la mejor manera posible. Y, por analogía, esto puede decirse también de los servicios del Estado de la Ciudad del Vaticano”.

En palabras del Santo Padre, la Curia es la institución que custodia y transmite la memoria histórica de una Iglesia, del ministerio de sus obispos. “La memoria es un elemento esencial en un organismo vivo. No sólo se dirige al pasado, sino que nutre el presente y orienta el futuro. Sin memoria, el camino se pierde, pierde el sentido de la orientación”, afirmó el Papa Robert Prevost.

Además de la memoria, el Papa destacó la dimensión misionera de la Iglesia, de la Curia y de toda institución vinculada al ministerio petrino, mencionando a este respecto la reforma llevada a cabo por el Papa Francisco a través de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. Y lo ha hecho – señaló – siguiendo la estela de sus predecesores, especialmente de san Pablo VI y san Juan Pablo II.

La invitación a ser Iglesia misionera

Seguidamente, León XIV repitió a los presentes en el Aula Pablo VI, lo que había dicho su primer saludo, la tarde del 8 de mayo: “Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger […] con los brazos abiertos a todos, a todos los que necesitan de nuestra caridad, nuestra presencia, del diálogo y del amor. Estas palabras iban dirigidas a la Iglesia de Roma. Y ahora las repito pensando en la misión de esta Iglesia hacia todas las Iglesias y el mundo entero, para servir a la comunión, a la unidad, en la caridad y en la verdad”, dijo el Pontífice. Y añadió:

Contribuir a la unidad con nuestro comportamiento cotidiano

El Papa León XIV instó entonces a los empleados vaticanos a “cooperar en la gran causa de la unidad y del amor, intentemos hacerlo ante todo con nuestro comportamiento en las situaciones cotidianas, empezando incluso en el lugar de trabajo”.

Cada uno puede ser constructor de unidad con sus actitudes hacia sus colegas, superando los inevitables malentendidos con paciencia y humildad, poniéndose en el lugar de los demás, evitando los prejuicios, y también con una buena dosis de humor, como nos ha enseñado el Papa Francisco.

¡Gracias de nuevo de todo corazón!, repitió el Pontífice antes de concluir su discurso. Y recordando que estamos en el mes de mayo, invitó a invocar juntos a la “Virgen María, para que bendiga a la Curia Romana y a la Ciudad del Vaticano, y también a sus familias, especialmente a los niños, a los ancianos y a los enfermos y sufrientes”.

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