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“Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero”, ha expresado Monseñor Miguel Cabrejos, Arzobispo de Trujillo (Perú) y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), a través de un video-mensaje con motivo de la Pascua de Resurrección, en nombre de los obispos del continente.

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El prelado recordó el testimonio de los primeros discípulos: “proclamemos que el sepulcro está vacío, la piedra ha sido movida; aquel que sufrió la pasión, que fue crucificado y murió en la cruz, ¡HA RESUCITADO! ¡ha vencido a la muerte! Es el que vive (Ap 1,18)”.

Por ello “nosotros podemos encontrarnos con Él, y exultar de gozo, exclamando: «¡Cristo ha Resucitado! ¡verdaderamente ha Resucitado! ¡Aleluya! ¡Aleluya!».



Continúa resonando en la Iglesia

Asimismo, Monseñor Cabrejos destacó que “el eco de este acontecimiento que surgió en Jerusalén hace más de 20 siglos, continúa resonando en la Iglesia, que lleva en el corazón la fe vibrante de María, la Madre de Jesús, la fe de la Magdalena y las otras mujeres que fueron las primeras en ver el sepulcro vacío”.

Precisamente “esta es la gran novedad que la Iglesia no se cansa de proclamar a través de los siglos, esta novedad es el corazón del mensaje que ha difundido en todos los rincones de la tierra”.

En tanto que “el resplandor del Resucitado es la luz que ha iluminado e ilumina la conciencia, la acción y la vida de millones de hombres y mujeres transformados por la fuerza de la resurrección y la luz de la fe”.

Al respecto ha mencionado: “Y en virtud del bautismo, somos, ante todo, discípulos y miembros del Pueblo de Dios (DA 186)”, por tanto “la dimensión social, histórica y misionera de la Iglesia  se corresponde con la condición del ser humano que camina en la historia. El Pueblo peregrino de Dios está llamado a evangelizar y ser evangelizado”.

Una Iglesia ministerial y sinodal

A todas estas “el Concilio Vaticano II ha generado una nueva autoconciencia de Iglesia. Y el Celam invita con más ahínco a transitar hacia una Iglesia como Pueblo de Dios en diálogo y al servicio al mundo; una Iglesia sacramento del Reino de Dios en la historia; una Iglesia sinodal”.

De este modo, el Celam reafirma su compromiso por “una Iglesia comunión, toda ella ministerial; una Iglesia ‘abogada’ de los pobres y misericordiosa”, donde “todos podemos sentirnos acogidos, amados, perdonados y alentados a vivir según la vida buena del Evangelio” (EG 114)” como también “una Iglesia pluricultural, inculturada en la interculturalidad; una Iglesia pobre y para los pobres; samaritana y profética (cf. EG 198)”.

“Pido al Señor que en esta hora nos haga experimentar la alegría de su luz, la luz del Resucitado, representada en el cirio pascual, y pidámosle que nosotros mismos seamos portadores de su luz”, acotó.

En definitiva “a través de la Iglesia Pueblo Santo de Dios, el esplendor del rostro de Cristo resucitado, entre en el mundo, en cada comunidad, en cada Iglesia doméstica y nos ayude a caminar en sinodalidad, siendo una Iglesia Samaritana, que encarna el Evangelio en la realidad concreta de cada pueblo de este amado continente”.

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