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  • Presidente del Episcopado Peruano intervino en la XVI Asamblea General Ordinaria de los Obispos en la Santa Sede.

El Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y Arzobispo de Trujillo, Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, reflexionó sobre el discernimiento y ‘la conversación en el Espíritu’ durante la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que se desarrolla en la Santa Sede del 2 al 27 de octubre.

“En una Iglesia sinodal, el discernimiento en común tiene que ser ‘el’ camino para elaborar y tomar decisiones, teniendo presente que todas las personas bautizadas han recibido el don del Espíritu”, señaló. Para ello, agregó, es importante valorar debidamente que en el proceso sinodal “la conversación en el Espíritu” y el discernimiento común, ha sido una experiencia muy enriquecedora porque generó un espacio para expresar con libertad los propios puntos de vista y para la práctica de una escucha común.

Monseñor Cabrejos acotó que la “forma de debate” no está excluida en absoluto e incluso puede llegar a ser necesaria, cuando intervienen la argumentación y loa ‘pros y contras’ para pasar de la conversación a la decisión.

El representante de la Iglesia peruana advirtió que los “obispos y las otras autoridades eclesiales, con su respectiva autoridad, tiene un rol muy importante”, y para cumplirlo bien requieren “que el Espíritu les dé el don de la escucha, que están llamados a pedir incesantemente: escucha de Dios y escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama”, manifestó.

Previamente, el Arzobispo de Trujillo reflexionó en el Sínodo de la Sinodalidad sobre el rol de la Iglesia en un mundo herido a través de un diálogo viinculante por la paz.

«Vivimos en un mundi polarizado y fragmentado, donde en muchas regiones se sufre las atrocidades de guerras y conflictos violentos. Como lo advierte el Papa Francisco, se está librando una tercera guerra mundial en partes», dijo.

Ante ello, la Iglesia «abre su corazón al Reino» y asume su misión de fomentar la amistad social que se caracteriza por no excluir a nadie y la fraternidad abierta a todas las personas. «Por razones de credibilidad y coherencia de nuestro testimonio, esta práctica sinodal tendría que ser realizada por todos, presbíteros, obispos y los otros miembros del Pueblo de Dios», explicó Monseñor Miguel Cabrejos.

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